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martes, 14 de enero de 2014

Huyendo y perdiendo todo.

El avión no tiene ni diez minutos que ha despegado. El sol  luce esplendoroso en el horizonte, siempre ha preferido viajar del lado de la ventanilla, no hay nubes,las casas se ven cada vez más pequeñas, queda atrás la tierra árida, el cielo está azulísimo,quisiera comenzar a olvidar desde este momento. No puede. Está lleno de miedo, sabe muy bien que no se va de vacaciones, que ha corrido con demasiada suerte. La azafata le sirve un café, el quisiera  whisky, agradece y con las manos temblorosas  sujeta el vaso pequeño, prueba el café sin azúcar, muy amargo; la chica del asiento de al lado le sonríe. -Será un viaje largo, hay que dormir- le dice antes de cerrar sus pequeños ojos cafés.. -Me da insomnio cuando viajo-  le responde secamente. En cualquier otra circunstancia ya hubiera intentado "tener algo" con aquella chica que al igual que él viajaba sola de la ciudad de México a Buenos Aires, Argentina.

Después de dos horas, la mayoría de los pasajeros duerme, aún es temprano y la película de Tom Hanks que aparece en las pequeñas pantallas no consigue la atención de nadie, ninguna turbulencia, México ya quedó atrás junto a su vida entera. Se pone los audífonos, escucha a Depeche Mode, no parpadea, se anima y pide un whisky, se lo sirven y lo bebe de un solo trago. - Es para los nervios- le dice a la azafata, ella se va y toma su asiento. Los minutos y las horas pasan, la gente se despierta, platica, algunos leen, otros van al baño, bostezan; ahora mira el  mar por la ventanilla, se maravilla, se pierde en esa inmensidad,  imagina una vida diferente, piensa en sus errores,justifica sus pecados.El tiempo no para, se acerca el final del viaje, debe memorizar un nombre, una dirección, un motivo, nadie va a recibirlo en el aeropuerto, no le gustan los tramites migratorios y eso lo se pone nervioso, le sudan las manos. Por increíble que parezca no es la primera vez que huye de un país y siempre le sucede lo mismo, el caos de su mente se refleja en su cuerpo y automáticamente eso lo hace parecer sospechoso ante los demás. Respira profundo, llena la papeleta migratoria, vienen a su mente los últimos momentos en México, la persecución, los disparos, la sangre derramada, el olor de esa sangre, los gritos, los amos y los sirvientes corriendo, su desesperación, el intercambio de documentos, la prisa por abordar, el momento del despegue...

El avión está por aterrizar, por fin en Buenos Aires, el río de la plata está ante sus ojos, comienza a anochecer, nada puede fallar, aquí nadie lo conoce, le piden abrochar su cinturón, no hay marcha atrás.

Mientras la gente comienza a bajar no deja de pensar en el corazón roto que ha tenido que dejar en casa, no podrá comunicarse en un buen tiempo, duda si valió la pena el sacrificio: salvar su vida a cambio de perderla, tiene miedo,es el último de los pasajeros en descender del avión, la fila para salir es es larga, mucha gente feliz, abrazos, sonrisas, gente esperando, algunos corriendo, esta solo, nadie lo busca, es momento de empezar una nueva vida. Le preguntan en migración: ¿Viene de trabajo o turista?. - Turista- responde. -¿Por cuanto tiempo? -Dos meses. -¿Tiene hotel?-. Claro, en el centro-. -No se parece en la foto del pasaporte-le dicen sonriendo. -Uno cambia todos los dias- contesta con una mueca. -Bienvenido. -Gracias.

Se abren las puertas,camina seguro, libre, le ofrecen taxis, paquetes de hotel, se dirige a la salidad principal del aeropuerto de Ezeiza, enciende un cigarrillo, respira profundo, es de noche pero hace calor, tiene que tomar un autobús que lo lleve al centro, camina solo por la vereda en dirección a la parada, un auto se le acerca, las luces de los faros le iluminan el rostro, por un momento lo dejan ciego, no puede ver nada, dos sujetos lo toman por los brazos, quiere decir algo pero de un golpe lo meten al auto,el miedo lo recorre como electricidad, sabe que la hora ha llegado y que uno no puede huir de sus problemas ni de si mismo por más lejos que uno quiera escapar, dos tipos más el chofer están dentro del coche, son cinco contra uno.

Nada que hacer, quiere gritar, no puede. Se escucha un disparo,el auto arranca, se pierde en las calles porteñas...nadie escucha nada.

El auto va dejando un rastro de sangre.


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