Abre los ojos con las heridas de la última época, de nada han servido las mil y un plegarias elevadas al cielo, ni esos reclamos dirigidos al infierno, un despertar con sabor a putrefacción y culpa, la idéntica sensación de fé perdida...una vieja canción de rock se escucha a lo lejos; el sol le pega de lleno en el rostro. -Debería estar muerto- murmura.
Apenas puede ponerse en pie, va al baño y se mira al espejo, esa barba le hace parecer un hombre mucho mayor, -Así parezco de cincuenta- vuelve a hablar solo. Hablar solo es quizá la única costumbre "no dañina" que mueve sus impulsos. Sabe bien que no fue buena idea "mezclar" la XTC con cocaína. Tiene leves recuerdos de la noche anterior. Una noche ritual como las últimas quince: salir, beber, bailar, saltar, llamar al dealer, probar una u otra cosa,volver a beber, enloquecer, llorar, gritarle, buscarla...llamarla. Sabe que hizo lo que hizo no porque se acuerde, sino porque es lo que siempre hace, tratar de evadir su recuerdo y perderse de la única manera que conoce: dañando a alguien, en este caso a él mismo, cosa habitual entre las almas sorprendentes que en algún momento perdieron el rumbo del camino. Sale del baño, y se tira de nuevo a la cama, no hay gran cosa que hacer afuera, mira al techo, han pasado dieciséis días desde la última vez que la vio tomada del brazo de aquel ladrón que en cierto punto a ella le pareció mucho más atractivo (o quizá más inofensivo) decidiendo desaparecer de su vida sin ningún aviso, tal vez esperando que el mensaje fuera claro y entendible, ¿Porqué se fue?, no lo sabe. Alguien le dijo que para dejar cualquier hábito ( incluso dejar de querer a alguien) hay que dejar pasar veintiún días. Ya lleva dieciséis y no ve ninguna mejoría, al contrario, se ha escapado de si mismo para autodestruirse acabando como un extraño,desconociéndose, mirándose en tercera persona, como viendo una película, esa es la manera en que se ve como individuo, como un perfecto extraño que ha perdido la cabeza, temeroso del mañana porque no puede abandonar el pasado, ni aceptar que su vida ha terminado en este sucio cuarto, con el cuerpo infecto de sustancias diabólicas, con la mirada perdida, con los sueños rotos. Punto final. Ha decidido esperar en el mismo sitio los cinco días que faltan, seguirá el mismo ritmo, tiene las armas suficientes, espera cumplir el plazo y llegar a los veintiún días con su recuerdo borrado, o con el corazón inservible...