NUEVOS Y VIEJOS DÍAS.

Despierto. Siento un infierno en la garganta, ahí están las consecuencias de los últimos excesos. Nada se escapa a las consecuencias, no me gusta lo que veo en el espejo y la época en que las líneas del tiempo se acentúan me parece han llegado para no irse nunca más. Eso me tiene sin cuidado. Hoy el sol ha decidido no salir y las calles me parecen más grises que antes. Hay una millón de personas caminando sin rumbo, la gran mayoría con miedo a algo, así las veo yo. No, hoy no me siento bien. Mientras camino me siento orgulloso del auto control que tengo sobre mis emociones, de no ser así y diera rienda suelta a lo que estoy pensando justo en el momento en que un grupito de chicas sonrientes se acerca ya estaría en prisión, o de menos en un manicomio. Yo también voy sin rumbo y aunque me duela aceptarlo debo ser parte de esta maquinaria y me veo obligado a hacer ciertas actividades a cambio de dinero, ni hablar. Casi no hay quién no haga eso en el mundo cuando se hace mayor. Quisiera tener un tequila en la mano y echarle más fuego a mi garganta para 

que arda como el mismísimo infierno en que siento ( a veces)  me he empeñado en convertir mi existencia. Y lo escribo, quizá para nadie,quiero escribir y escribir, porque es una de las maneras que conozco para darle sentido a los días enfermos de rutina. Me niego a nadar los mismos ríos siempre, y por eso hago sonar esa música que me estremece y que ayuda a que la mano se caliente y comience a escribir, la vida sigue afuera, el día se hace más gris. Es hora de inventarse nuevas oraciones para nuevos dioses, y abrirle la puerta a los locos que puedan darle color al mundo. Ya quiero que llegue la noche para que el león salga ( a manera de lobo) y se devore lo que pueda, o así

mismo, o lo que sea. No, no me rindo, no necesito tu caridad, necesito tu tiempo, escribiré y escribiré, de todo y nada, de días iguales y días distintos, buscaré complacerme, no hay otra forma, ni  otra manera que conozca, para hacer la existéncia más llevadera.