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martes, 23 de julio de 2013

El Guardian......

 Error tras error la vida lo llevó a no tener mas opción que la de estar ahí parado por horas esperando únicamente  la hora de salida y salir de ese lugar detestable en el que tenía que trabajar.

Los días ahí se hacían más largos que en cualquier otro lugar, o al menos eso es lo que le parecía, intentó conseguir otro empleo pero al poco tiempo terminó resignándose pensando que tarde o temprano se acostumbraría y dejaría de afectarle todo lo que veía cada vez que tenía que abrir la puerta principal y llegaba esa maldita camioneta vieja.  Nunca se acostumbró. Nadie podría acostumbrarse a esos lamentos ni a ese olor; ese olor a dolor y sufrimiento que llegaba y no se iba nunca. Su trabajo era simple: anotar entradas y salidas, abrir y cerrar puertas, dar el "rondín" y verificar que todo estuviera en orden y en su lugary y por supuesto verificar que en  la "sala de ejecución" nunca hubieran más personas que las que tenían que estar estar. Algunas veces era necesario ayudar  a limpíar (lo odiaba) lo que quedaba de aquellos espíritus que tenían la desgracia de caer en ese lugar. Tenía que usar un horrible uniforme azul de tono triste, digamos que un color "azul-muerte" que lo identificaba claramente como parte de aquel nefasto lugar.

"SEGURIDAD" en letras grandes y doradas era la palabra que lucía en su pecho y espalda. Al llegar a casa sus hijos le preguntaban, -¿Qué es cuidas Papá?  -Cuido un banco-, les respondía mintiéndoles porque no tenía corazón para mirarlos a los ojos y decirles: Muy bien, la plata que gano para que ustedes puedan comer diario proviene de...

Mucho tiempo pasó y nunca pudo acostumbrarse a aquel lugar, siempre sentía el mismo escalofrío cuando la camioneta llegaba y era momento de abrir la puerta, y ayudar a bajar a esos pequeños inocentes, víctimas del abandono y la crueldad humana chillando, y aullando ¡¡augh!! los aullidos, eran insoportables. Y el olor......el olor del miedo.......

Nunca pudo salir de lugar, tampoco se acostumbró. Cada día era lo mismo, sus hijos crecieron queriendo simpre tener un perro en casa, él siempre se negó,era demasiado. Después de vivir a diario los horrores que se cometían en aquella perrera infernal.,jamás pudo volvera a ver a un perro a los ojos.

1 comentario:

  1. este me llegó,me dolió,me toco fibras bien bien sensibles...

    sin duda creo que el segundo o tercero en orden de gusto...

    completo en todos sentidos...

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