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miércoles, 12 de febrero de 2014

Día de San Valentín.

Era casi media noche y en el vagón del tren no había nadie más que ellos dos. Él, sentado en el asiento reservado para ancianos y mujeres embarazadas, ella sentada en el asiento lateral, sus rodillas chocaban cuando el tren frenaba.. Ella vestía un traje sastre color rosa, falda a la rodilla, medias, estaba a la mitad de sus cincuenta pero tenía cierto atractivo, iba rumbo a su casa después de salir tarde de trabajar. Él era mucho más joven, quizá al principio de sus treintas, barba cerrada, cabello despeinado, jeans, tenis y una camiseta negra de alguna banda de rock, su aliento alcohólico delataba que venía de cualquier lado menos de trabajar. Pasaron tres estaciones, nadie subía, era una noche cerrada sin luna ni estrellas, el vaivén del tren la adormecía, hacía calor, ella cerraba los ojos, él no dejaba de mirarla de arriba a abajo y estiraba más su pierna para que las rodillas dejaran de chocar y comenzaran a tocarse, ella parecía no darse cuenta.

-Hola, ya es muy tarde y una mujer tan hermosa no debería andar sola, tu marido debe estar esperándote preocupado- le dijo con seguridad.
Ella sorprendida pero amable le responde: -Bah, no creo que le importe mucho, ya debe estar bebiendo, siempre lo hace a esta hora cada viernes.
-Eres hermosa, ¿Qué tiene en la cabeza tu marido para preferir beber en lugar de estar contigo? Yo no lo haría.
-Gracias, pero hay cosas que cambian con los años, el amor no dura por siempre, el deseo menos. Hace veinte años seguro estaría aquí conmigo diciéndome lo que me estás diciendo ahora, yo también he cambiado. No soy la misma mujer de antes, la vida te va cansando y  de a poco te va matando, ni sus ojos ni los mios ojos brillan más.
-No mientas, yo veo el brillo de tus ojos, y fíjate bien en los míos justo ahora que te están viendo ¿no están brillando?. ¿Crees en el destino?
-Hace mucho que no creo en casi nada.  -Pues mira, creo que el destino nos puso aquí en este vagón,
 esta noche, somos dos almas perdidas que acaban de encontrarse. -No lo creo nene, podría ser tu madre. -Pero no lo eres...

Después de decir eso y sin pensarlo se abalanzo sobre ella besándola con fuerza, ella se resistió un par de segundos para entonces ceder y besarlo con las ganas contenidas por años, por siglos, dejándose llevar y sentirse mujer una vez más. El tren avanzaba estación tras estación siendo mudo testigo de esa pasión instantánea. No paso mucho para que él le subiera la falda y entrara dentro de ella  con la furia que ella jamás pensó volver  a sentir, siguieron así sin contenerse  mientras la noche mexicana se hacía madrugada y el tren avanzaba en un viaje eterno. Mientras esto sucedía en un cuarto de hotel de la misma ciudad la novia de él estaba engañándolo acostándose con su mejor amigo, y en el baño de su casa el marido de ella le mandaba un mensaje de texto a su amante de toda la vida: "Te amo, feliz día de San Valentín"...

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