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lunes, 14 de abril de 2014

Cronica de un viaje subterráneo

Ciudad de México, siete de la noche, la tarde está lluviosa pero se siente un calor insoportable, es la hora "pico" de un día entre semana. La mayoría de las personas están cansadas y fastidiosas, su mirada las delata, se sufre el rigor laboral, gente de todo tipo se mezcla en una perfecta democracia, desde los que ganan "bien", los que tienen un empleo "mas o menos" bueno, y los que trabajan en cualquier cosa con tal de tener unos pesos en el bolsillo sin tener otra opción más que "sobarse el lomo" durante horas interminables. La realidad es que a nadie nos gusta estar aquí, preferiríamos estar en otro lado, pero en estos tiempos austeros viajar en metro sigue siendo una opción económica y práctica para desplazarse en esta endemoniada ciudad, lo que es un hecho es que todos deseamos lo mismo: llegar lo más rápido posible a casa.

Miro mi reloj impaciente, el tren se está tardando más de lo normal y la gente se acumula en el anden, el ambiente se enrarece tornándose nauseabundo, cada viaje subterráneo es distinto, rayando en lo surrealista, nunca sabes bien que esperar en un viaje por metro. La gente no para de llegar, comienzo a ponerme nervioso.

 A mi lado hay una chica linda con la cara maquillada de gatita, se da cuenta que la miro y sonríe, quisiera preguntarle el porqué está maquillada de esa manera y hacia donde va, pero estoy demasiado cansado para entablar unas de esas conversaciones tontas que uno suele inventarse para conocer una mujer, pero no puedo evitar mirarla de abajo hacia arriba, nuestros ojos se encuentran, ella sostiene la mirada, es mucho más valiente que yo, termino mirando  hacia otro lado y cobardementente me concentro en la música que sale de mis audífonos, cuando me doy cuenta en el anden no cabe nadie más, si antes estaba nervioso, ahora comienzo a odiar al mundo.

¿Por qué tarda tanto en llegar el tren? ¿Quienes aprietan esos botones mágicos que hacen que los trenes avancen?¿De quién se están vengando para hacernos esto? Quisiera moverme pero no hay marcha atrás, es resistir o morir, es tanta la multitud que si doy un pasito en falso podría caer al vacío y con la suerte que tengo tocar el "raíl de oro" del que hablaba Bukowski y terminar mis días fundido entre las vías arruinándole de una vez por todas el regreso a casa a toda esta gente.

Los minutos parecen horas, por el altavoz se escucha que alguien (quizá el responsable de esta Dantesca situación) dice algo, nadie entiende nada, pareciera que el mundo entero se encuentra concentrado en esta maldita estación: novias, esposas, amantes, jefes, albañiles, abogados, contadores, músicos, ladrones, ancianos, vagos divertidos y tipos odiosos como yo capaces de sentir los peores deseos hacia toda esta multitud  de desdichados que ( al igual que yo) me roban el aire.

Cuando mi resistencia parece llegar a su fin y pienso seriamente que caer al vacío no debe ser peor que seguir parado aquí, surge el milagro y aplicando mejor que nunca el viejo dicho: "Dios aprieta pero no ahorca", un sonido se escucha a lo lejos en la profundidad del túnel, los que podemos nos asomamos. ¡Ahí viene¡ Dice una anciana. Todos avanzan, estoy a punto de caerme, parecen bestias en busca de carnada, los segundos se alargan  se escucha el clásico bocinazo de cada tren al llegar a cualquier estación,alguien desde atrás dice: -¡El vagón viene vacío!. Juro que escucho el clamor de la multitud, alguien dice: valió la pena esperar. Se nota a simple vista el brillo en los ojos de todos a mi alrededor, la guerra por un asiento está por comenzar y yo llevo las de ganar gracias a que he arriesgado mi vida al estar con las puntas de mis pies al filo de la nada.

Por fin el tren llega y abre sus puertas, aún sin saber cómo, consigo dar tres pasos hacia atrás y veo en primera fila el grotesco espectáculo de los borregos entrando al corral, codazos,gritos, todos peleando por un lugar, el ser humano en su perfecta esencia, nadie se respeta, todos se odian, los compadezco. Al final el tren queda atestado de personas y las puertas no pueden cerrarse, solo Dios sabe como podrán respirar ahí adentro, algunos me miran, quizá están burlándose de mi porque no pude entrar en el vagón, sonrío, vuelvo a mirar mi reloj, "mejor tomo un taxi" pienso, y me largo de ahí...

lunes, 31 de marzo de 2014

Hombre de madera.

Despiertas un día cualquiera, en un barrio como los hay miles alrededor del mundo, te has acostumbrado a entregarte  a la suerte que los dioses caprichosamente han deparado para ti. Estás convencido de no tener otra opción, por eso  no luchas, día a día sigues las huellas de tus mismos pasos sin salirte del mismo camino, es frecuente que tus ojos se empañen con lágrimas que no te atreves a enjugar. El miedo te paraliza y no quieres darte  cuenta. Los caminos de la vida son largos, casi eternos, pero el tuyo es estrecho. Cada noche antes de dormir te reprochas tu falta de valor y prometes no ser así nunca más, cambiar; al despertar la realidad te engulle y terminas odiando esa imágen derrotada en el espejo. Oyes voces en tu mente, muerdes las uñas de tus dedos, rezas sin devoción, te fías de las supersticiones, no confías en nadie. La magnificencia de la vida no te significa nada, el futuro te parece distante, cómo si fueras -y quizá lo eres- indigno de tenerlo. Tienes la mezquina costumbre de apretar  hasta sangrar tus dedos las monedas que caen en tus manos, no permites que ninguna se caiga al piso, las posees, jamás las compartes, son únicamente tuyas.

Los días ni siquiera son grises para ti, no puedes distingues ningún color, a cada momento pones a prueba la paciencia de la vida, porque hace mucho que esa vida que haz desperdiciado debería haberte abandonado...

domingo, 9 de marzo de 2014

Domingo.

Un triste domingo más. Mira el atardecer asomado por la ventana y enciende (ahora si) el último cigarrillo de aquí hasta que termine el año. Los colores rojizos que se dibujan en el cielo cada vez que el sol está por partir hacia el otro lado el mundo y el silencio de las calles lo tranquilizan e inspiran, ésta no ha sido la mejor época de su vida, peor aún, quizá tampoco sea todavía la peor.
No es la primera vez que cruza por su mente la idea de que un domingo sería el mejor día para suicidarse, de inmediato desecha la idea, no porque le falten motivos para quitarse la vida, sino por la nostalgia que lo embargaría el nunca poder mirar de nuevo esos colores del cielo que tanto ama. Piensa en las cosas que ha perdido en el camino,y quisiera poder llorar, pero no puede hacerlo, hace mucho que sus ojos son incapaces de derramar una sola lágrima, y no hay nada peor en la vida de un ser humano que el no poder llorar.
En la calle la vida sigue sucediendo, y  mira como espectador ausente desde su ventana, observa y envidia la libertad del perro callejero que olisquea un montón de basura y que cruza la calle con la seguridad y confianza que  alguna vez tuvo  y que perdió en una de esas noches endemoniadas de las que prefiere no acordarse. Le dan ganas de bajar por el y traerlo a vivir a su casa, pero, ¿qué caso tendría domesticarlo y acabar con su libertad? Las calles lucen vacías, por eso le gustan los domingos, porque la gente prefiere esconderse en sus casas para recuperar las fuerzas perdidas durante la semana en la que todos corren sin detenerse y la vida se les va escapando sin siquiera darse cuenta. Ama las calles solitarias, conforme han pasado los años su tolerancia la gente ha disminuido, ha llegado al punto de difícilmente soportarse así mismo.
Comienza a anochecer y sigue ahí mirando hacia afuera. Una mujer con su hijo en brazos pasa justo en la acera de enfrente y sin razón aparente se detiene y mira hacia arriba, inevitablemente sus miradas se encuentran. Algo sucede, en ese momento el mundo es únicamente de ellos dos, un rayo parece partirle el corazón, ella incluso se olvida que no va sola, un segundo parece una eternidad, las historias comienzan así, sin buscarlas, por generación espontánea; ella baja la mirada, sujeta fuerte a su hijo y apura el paso, algo le dice que tiene que escapar antes que él la atrape...Pero es inútil, sin darse cuenta él bajó "volando" desde su ventana y ahora está frente a ella, es una oportunidad única, se miran a los ojos, pareciera que los dos piensan y sienten lo mismo, ,la noche los cubre y es cómplice de lo que está sucediendo entre esas almas perdidas, el viento sopla y arrastra las hojas de los árboles, ese mismo viento no permite escuchar lo que se dicen entre ellos, pero algo pasa que sus ojos brillan, el niño duerme, este ha sido un domingo diferente, ahora caminan hacia su casa, en el camino se encuentran al perrito que él miró hace rato, lo llaman y se va con ellos...

jueves, 20 de febrero de 2014

Cumbres presidenciales

¿De que hablarán los presidentes de los países cuando están a solas?  Hay una "cumbre" de presidentes en la ciudad de Toluca, y debido a eso Toluca no se parece a Toluca. No hay gente en las calles, está prohibído transitar libremente, militares y policías vigilan las calles y todo lo que se mueva en ellas, hasta los pájaros y los perros saben que es mejor no salir. ¿De que se tratan realmente esas "cumbres" presidenciales?¿A que le temen? Qué desdicha más grande debe ser que no puedan caminar como la gente normal por las calles. Hoy la ciudad está mas limpia que nunca, en la televisión nos quieren convencer que debemos estar orgullos de que el presidente de Estados Unidos se tomó la molestia de viajar a México. ¿Viajar a México? Si alguna vez se atreviera a conocer México y la gente de sus calles como cualquier mortal quedaría encantado y a la vez horrorizado con tanta cosa que sucede en cualquier ciudad de este país, abriría los ojos al ver el desastre económico en en que vive la mayoría de la gente y que, por esa situación muchos se ven obligados a buscar oportunidades de trabajo en su "poderosa" nación. 

¿Sobre qué hablarán los presidentes? Me pregunto con curiosidad. Tan alejados de sus pueblos. ¿Sabrán que hay gente que vive o muere a consecuencia de las decisiones que toman?. Hoy es Toluca, mañana es cualquier lugar, a los presidentes les encantan sus "cumbres", tomarse fotos, declamar discursos escritos por otros, prometer cualquier cosa, sonreír todo el tiempo.

De chico pensaba que el mejor trabajo que podría existir en el mundo era la de ser presidente, ahora creo que hay que tener (salvo poquisísimas excepciones) muy pocos escrúpulos para serlo.
En muchas partes del mundo ciudades enteras están ardiendo, y México no es la excepción, y pienso: ¿Hay motivos para que los presidentes sonrían tanto? ¿Estarán felices de verse o se estan burlando de nosotros? Puedo pensar e imaginar cualquier cosa al ver en la tele sus movimientos estudiados, al escucharlos prometer crecimiento y desarrollo, palabras y más palabras, sonrisas y más sonrisas.

¿De qué hablarán los presidentes cuando están a solas lejos de las cámaras? Sabrán de aquel que se suicidó por no poder pagar su hipoteca?¿ De aquel que murió de sed en el desierto al tratar de cruzar la frontera?¿Sabrán gente cada vez trabaja más y gana menos? ¿Lo sabrán? Quién sabe, por el momento eso no importa, lo realmente importante es salir bien en la foto y llegar a "acuerdos" para poder seguir gobernando por y para el bien de sus pueblos, mientras la gente los observa por el televisor prisionera en sus casas.

martes, 18 de febrero de 2014

Encuentro espontáneo.

No puedo negar que estaba nervioso, hacía mucho tiempo que no la veía, bueno, que no la veía físicamente, porque muchas veces la recuerdo. Hoy no lo tenía planeado, pero  la he visto de nuevo. Parada ahí, escribiéndome un mensaje de texto porque no sabía donde me encontraba, y yo del otro lado de la acera haciendo señas, acercándome y diciéndole: No escribas más, aquí estoy.
Sus enormes ojos me miraron y brillaron (o eso me pareció) y nos saludamos dándonos un beso en la mejilla y abrazándonos, hermosa como siempre. Hablamos un par de minutos, puras generalidades. ¿Cómo estás? ¿Cómo te ha ido? ¿Mucha tarea?¿Todo bien en casa? Yo estaba de paso, tenía cosas que hacer y además no estaba solo, la realidad es que pase por ahí por cuestiones de trabajo, si, del trabajo donde la conocí y donde nuestra historia nació y murió.
Hoy la he vuelto a ver, después de actos inexplicables y desencuentros absurdos, hoy, en una mañana calurosa de febrero volví a ver  sus ojos y sonreirle y charlar un poquito, como la primera vez que pase por ella en el mismo lugar para invitarla a desayunar.
Hoy la he vuelto a ver y nada pasó, el mundo siguió girando y los árboles siguieron mudos, ella sigue siendo hermosa y brillante,y yo ya no soy el mismo de aquel tiempo, así que tuve que abrazarla tres veces antes de despedirme y darme la vuelta para no volver a verla hasta dios sabe cuando...

lunes, 17 de febrero de 2014

El próximo tren...

Se encuentra parado justo en medio de la línea amarilla y el vacío donde están las vías por donde pasa el tren. Mueve los pies nerviosamente, lo devora la ansiedad pero se contiene, cruza miradas con una linda chica que esta parada al lado suyo, llega el tren, ella lo aborda, nunca más volverá a verla. Los minutos transcurren, sigue ahí sin moverse, estoico,observa cómo llegan y se van trenes, baja y sube gente, nada lo mueve. Escucha una y otra vez a través de sus audífonos la canción "lo que doy" de los Ratones Paranoicos, "ese solo de guitarra vale toda una vida" piensa al momento que aprieta el botón de "rewind" y repite la canción una y otra vez. Comienza a cantar bajito, algunos lo escuchan y lo miran de reojo, luce como un tipo normal, nada peligroso, el tipo promedio incapaz de hacerle daño a nadie. Después de un rato más se acerca el policía de la estación y le pregunta: ¿Está usted bien?-Claro, no tengo ningún problema. -¿Espera a alguien?- Estoy esperando algo o a alguien, lo que llegue primero. ¿Cómo es eso? preguntó el obtuso oficial. O se espera algo, o se espera a alguien.- ¿Quién dice eso? responde irritado, no todo llega en el orden que se supone debería llegar, no creo estar cometiendo un delito parado aquí, de lo único que tengo certeza es que todo, lo que sea incluyendo algo o alguien se termina, nada es eterno. -Está usted loco, lo estaré observando, cuidado con lo que hace. -Seguro que me observarás y jamás olvidarás lo que voy a hacer. -¿Qué? ¿De que habla? Si, usted esta loco, le dijo mientras se alejaba a su cabina de vigilancia.

La tarde se hacía noche, seguía sin moverse escuchando la misma canción, por lapsos cerraba los ojos y revivía ese momento en que fue abandonado por la mujer de su vida llevándose a sus dos hijos, dejándolo en el total abandono mientras él, aferrado a su botella de whisky se sentía incapaz de luchar por lo único que valía la pena en su vida.

Los trenes continúan llegando,la rutina no cambia, el policía no lo pierde de vista, pocos se dan cuenta de su presencia, observa a las personas que están esperando el próximo tren: a la mujer hermosa, al anciano cansado de caminar, al vagabundo, al joven estudiante con esperanza en el futuro,a la pareja de enamorados que creen que se amarán por siempre, al hombre tomando por costumbre la mano de su mujer, a la niña con su madre, todos esperan, van a algún lugar, tienen un destino, tienen  vida...

Se escucha el ruido del tren que se aproxima, las vías crujen, las luces alumbran la estación, el policía se pone de pie, sube el volumen de la música, por fin se mueve, aprieta los dientes y los puños, el momento ha llegado, todo un día de de espera, cierra lo ojos para recordar por última vez, llega el tren y salta al vacío.....


miércoles, 12 de febrero de 2014

Día de San Valentín.

Era casi media noche y en el vagón del tren no había nadie más que ellos dos. Él, sentado en el asiento reservado para ancianos y mujeres embarazadas, ella sentada en el asiento lateral, sus rodillas chocaban cuando el tren frenaba.. Ella vestía un traje sastre color rosa, falda a la rodilla, medias, estaba a la mitad de sus cincuenta pero tenía cierto atractivo, iba rumbo a su casa después de salir tarde de trabajar. Él era mucho más joven, quizá al principio de sus treintas, barba cerrada, cabello despeinado, jeans, tenis y una camiseta negra de alguna banda de rock, su aliento alcohólico delataba que venía de cualquier lado menos de trabajar. Pasaron tres estaciones, nadie subía, era una noche cerrada sin luna ni estrellas, el vaivén del tren la adormecía, hacía calor, ella cerraba los ojos, él no dejaba de mirarla de arriba a abajo y estiraba más su pierna para que las rodillas dejaran de chocar y comenzaran a tocarse, ella parecía no darse cuenta.

-Hola, ya es muy tarde y una mujer tan hermosa no debería andar sola, tu marido debe estar esperándote preocupado- le dijo con seguridad.
Ella sorprendida pero amable le responde: -Bah, no creo que le importe mucho, ya debe estar bebiendo, siempre lo hace a esta hora cada viernes.
-Eres hermosa, ¿Qué tiene en la cabeza tu marido para preferir beber en lugar de estar contigo? Yo no lo haría.
-Gracias, pero hay cosas que cambian con los años, el amor no dura por siempre, el deseo menos. Hace veinte años seguro estaría aquí conmigo diciéndome lo que me estás diciendo ahora, yo también he cambiado. No soy la misma mujer de antes, la vida te va cansando y  de a poco te va matando, ni sus ojos ni los mios ojos brillan más.
-No mientas, yo veo el brillo de tus ojos, y fíjate bien en los míos justo ahora que te están viendo ¿no están brillando?. ¿Crees en el destino?
-Hace mucho que no creo en casi nada.  -Pues mira, creo que el destino nos puso aquí en este vagón,
 esta noche, somos dos almas perdidas que acaban de encontrarse. -No lo creo nene, podría ser tu madre. -Pero no lo eres...

Después de decir eso y sin pensarlo se abalanzo sobre ella besándola con fuerza, ella se resistió un par de segundos para entonces ceder y besarlo con las ganas contenidas por años, por siglos, dejándose llevar y sentirse mujer una vez más. El tren avanzaba estación tras estación siendo mudo testigo de esa pasión instantánea. No paso mucho para que él le subiera la falda y entrara dentro de ella  con la furia que ella jamás pensó volver  a sentir, siguieron así sin contenerse  mientras la noche mexicana se hacía madrugada y el tren avanzaba en un viaje eterno. Mientras esto sucedía en un cuarto de hotel de la misma ciudad la novia de él estaba engañándolo acostándose con su mejor amigo, y en el baño de su casa el marido de ella le mandaba un mensaje de texto a su amante de toda la vida: "Te amo, feliz día de San Valentín"...